Lo primero que he de decir de Alfonso Alonso, «El Gran Rufus», es que es un amigo. Le conocí hace unos pocos años gracias a un amigo común en Valladolid, «el Lanas», «Caragüevo»…, Javier Nieto para el resto de mortales.
A pesar de que nos separan unos cuantos años de edad, rápidamente conectamos. El se enamoró de Labaniego y no tardó mucho tiempo en decidirse a comprar alguna casa para rehabilitar.
La economía es la que marca los ritmos muchas veces, pero aun así, Alfonso se ha puesto manos a la obra y la cosa va viento en popa!! .
Ya sabemos que es un «ciudadano del mundo» y que su furgoneta es como su casa, pero seguro que en breve le tenemos por Labaniego pasandose unas buenas temporadas.
Para acercaros un poco mejor al genio y figura de este nuevo «titiritero» de los tiempos que corren, nada mejor que invitaros a leer el artículo que recientemente le han realizado desde la prestigiosa página web dedicada al mundo del circo http://www.elcircense.com
De paso aprovechar para que os adentreis en este fantástico mundillo del espectáculo del circo.
Igualmente invitaros a conocer la página web y blog de Alfonso
http://elgranrufus.blogspot.com/
EL GRAN RUFUS: LOS VIAJES DEL CIRCO
Publicado en http://www.elcircense.com
Por: Nacho
Fotografía: Nacho
Dice que vive en la carretera. Se conoce la geografía de España casi como la palma de su mano; pero también el sur de Francia o Portugal. El Gran Rufus, que así se llama Alfonso Alonso, asegura pasarse “más de medio año” metido en su furgoneta. Es normal. Es uno de los artistas circenses más conocido en la península ibérica y un apasionado que no duda en desplazarse a donde haga falta para aprender nuevas técnicas o impartir talleres a los futuros profesionales. Sus malabares, sus equilibrios, su improvisación, su humor y su don de palabra convierten a sus números en un sinfín de situaciones cómicas que no tienen ni un segundo de desperdicio. A sus 31 años lleva desde los 14 en el mundo del circo y su carrera está lejos de acabar. No para de innovar, de crear y de formarse. Barcelona, Vitoria y Gijón han sido sus últimos destinos para seguir aprendiendo nuevas técnicas. “Es la forma de continuar con mi formación y poderme reciclar, porque la gente que empieza ahora viene pegando fuerte”, explica el artista, que aprovecha el actual invierno español para apretar en sus ensayos y seguir creciendo como artista. Pronto llegará el bueno tiempo, la temporada de bolos y eso complica los horarios y las rutinas.
El Gran Rufus comenzó en el circo “de casualidad”, según él mismo recuerda. No le falta razón. “En el instituto, en clase de dibujo técnico, un compañero me estaba intentando explicar cómo hacer malabares con bolas de papel y nos pilló el profesor. Y nos dijo: Este no es el momento de hacer el payaso, pero cuando acabe la clase os diré donde
que a los 15 años comenzó a ir de gira con una compañía de teatro infantil llamada Tararí que te vi. Y con 17 años se fue a trabajar a un territorio tan apasionante como lejano: Japón. Fue uno de sus primeros viajes, pero la vida de circense le ha dado muchos muchos más.
Poco después comenzó a desarrollar su propio espectáculo de calle, centrados en los malabares, el humor “y mucha participación del público: La improvisación verbal es uno de los pilares principales en los que me he apoyado actuando en la calle”, añade El Gran Rufus, que comenzó a trabajar como profesional en dúo y ahora lo hace de manera individual. “Últimamente me ronda por la cabeza hacer algo con más gente. Compartir es vivir”, subraya este circense.
Tras los divertidos y entretenidísimos Mi carro.es y No hay tiempo que perder, su último espectáculo es Al Fin Y Al Cabo, un revolucionario estado de vida que abarata al máximo sus elevados gastos diarios (según cuenta en el propio espectáculo) donde ha cambiado respecto a lo que había hecho hasta el momento. Dirigido por Raúl Gómez, de la Compañía Fabularia Teatro, en el show “la escenografía tiene un especial protagonismo”, asegura este circense, cuyo show se acerca a la crisis de la vivienda que afecta a casi todos los jóvenes españoles. “Es la primera vez en mi vida que he intentado, desde el humor, darle un punto crítico y reivindicativo a mis espectáculos”, añade. La Constitución española, de hecho, es uno de los hilos conductores del espectáculo, plagado de magníficos malabares (espectaculares los de bolas de rebote), de demostraciones de su dominio del monociclo y de un incesante humor.
con equilibrios en rulos o monociclos y una gran gama de malabares: de las bolas a los palos chinos.
Sin embargo, profesionalmente se está especializando más en equilibrios que en malabares, y por eso está trabajando duro con nuevas técnicas como la escalera de equilibrio, verticales y el cable. Y, aunque es duro y necesita de muchas horas, para El Gran Rufus el fin justifica los medios. Por un lado, porque su trabajo le permite actuar en multitud de lugares diferentes y conocer gente nueva; y, por otro, porque le encanta la disponibilidad de tiempo que le ofrece su profesión. “Esto de no tener jefe a veces te desborda, pero me hace apreciar más a lo que me dedico”, destaca el castellano.
Sus próximas citas con el público le llevarán a Valladolid y Zamora. La primera parada para mostrar su espectáculo No hay tiempo que perder; y la segunda para participar en una gran gala de circo. El que pueda acercarse hasta estas tierras castellanas que no dude en hacerlo. Y al que no le sea posible, al menos puede conocer las últimas andanzas de este artista y visionar varios de los vídeos de su trabajo en el blog de El Gran Rufus: http://elgranrufus.blogspot.com/