Desde el día de Todos los Santos hasta finales de noviembre, numerosas localidades de El Bierzo celebran el Magosto
Publicado en el Norte de Castilla. 30-10-2009 SERGIO ÁLVAREZ

La recolección de las castañas también es un momento importante del Magosto. / RAÚL SANCHIDRÍAN-EFE
Por fin es 1 de noviembre, día de Todos los Santos. Noche elegida en la ciudad para hacer algo diferente. Los más divertidos se disfrazan para seguir la tradición norteamericana. ¡Ya es Halloween! Los más tranquilos, en cambio, descansan y recuerdan a sus antepasados. ¡Dejad que descansen en paz! A nosotros, sin que sirva de precedente, ninguna de estas propuestas nos llama la atención. Vamos a adentrarnos en un mundo más misterioso y más desconocido. La arraigada tradición del Magosto, fiesta de la castaña. Llamada por igual Magosto, Magüestu, Magosta, Gaztainerre, Chaquetía, Castanyada o Calbote según se celebre en una u otra parte de nuestra geografía (también traspasa nuestras fronteras con el Magusto portugués), la fiesta recuerda los mágicos tiempos en los que la gente se reunía alrededor de cementerios e iglesias y mezclaba historias, anécdotas y recuerdos al cobijo de una agradable hoguera. De vuelta a nuestros días, la fiesta de exaltación de la castaña trata de recuperar esas amigables charlas que se han visto desplazadas por la rutina y el día a día de los grandes núcleos urbanos. La buena comida no falta, pues a las castañas se le añade la mejor carne de cerdo y el exquisito chorizo de las buenas y tradicionales matanzas rurales. En algunos lugares, incluso, acompañan el banquete con irresistibles frutas. Si a esto le añadimos los mejores caldos de la región nos encontramos con un convite único. La purificación que llevaremos a cabo en la hoguera hará el resto.
Pero la fiesta no se compone únicamente de comer y beber. También abarca la entretenida recolección de las castañas en el campo, la mística que libera este fruto al asarse (se compara su explosión en la hoguera con la liberación de un alma del purgatorio) y, en el noroeste peninsular, su estrecha relación con las meigas. Vamos, que no es que asuste, pero intriga. No es problema, para pasar el trago podemos disfrutar de las canciones y la lírica tradicional de la zona.
Las castañas, en El Bierzo
El Magosto en El Bierzo añade a esa lírica poética las leyendas y, de manera superlativa, una tradición por el fruto sin parangón en todo el país. Así, a uno le resulta fácil olvidarse de que es forastero y consumir la noche a un ritmo vertiginoso junto a la hoguera mientras escucha refranes clásicos como ‘Por San Martino, castañas y vino’ o ‘Por San Cipriano, la castaña en la mano’. Las horas se acaban y a la vuelta de la esquina el amanecer llama a la puerta. Antes, hemos de pasar por el ‘buen trago’ de una ‘refrescante’ queimada. Nos ayudará a seguir despiertos y a que las historias y los chistes no decaigan. Turno de las meigas, quizás, y del culto a la fecundidad. Noche redonda.
La llegada de un nuevo día despejará nuestra mente y, tras descansar un poco, la celebración continúa. Es el momento ideal para honrar al mejor castañero y almorzar en buena compañía. Más castañas, vino y buena carne. La historia se repite junto a la lumbre. Será mejor no mirar a la báscula…